Reportajes

Máfil, la comuna parada en los hombros de gigantes

Por Roberto Cadagán / 13 de abril de 2025 | 12:05
Máfil, una comuna que mira al futuro manteniendo su pasado. Crédito: Archivo
El libro “Territorio Narrado: Crónicas de la Región de Los Ríos” fue publicado por el Consejo Regional Los Ríos del Colegio de Periodistas y el Círculo de Periodistas Camilo Henríquez con financiamiento del Gobierno Regional de Los Ríos.

Por  Enrique Corvetto Castro

Debe ser la vaquita más famosa en nuestra región. Está en la ruta 202, a unos veinte metros de altura, instalada sobre una copa de agua. Se ha vestido con traje de huasa para Fiestas Patrias, de vieja pascuera para Navidad, de bruja para Halloween e incluso se le ha puesto la camiseta de la selección chilena para las clasificatorias del Mundial de fútbol. ¿Con qué atuendos nos seguirá sorprendiendo?

El emblemático animal se ubica en el punto de encuentro de las rutas 202 y T 305, en el sector de Cayumapu, Valdivia. Es habitual identificar el lugar donde se emplaza esta vaquita como “la quesería que está camino a Máfil”. Y es que precisamente el icónico animal marca el trazado de la capital regional hacia Máfil.

Pero más allá de lo anecdótico que puede simbolizar esta vaquita, Máfil, que en mapudungún significa “abrazada por los ríos”, posee una interesante historia asociada a un pasado ligado a las minas de oro y sobre todo al carbón, la agricultura, la llegada del ferrocarril y al empuje de familias emblemáticas.

Aquí una pincelada histórica y patrimonial de esta comuna que siempre tiene cosas que contar y que tampoco ha estado exenta de tragedias.

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Antes de fundar la actual capital regional de Los Ríos, el español Pedro de Valdivia pasó por Máfil, aproximadamente en los últimos días de 1551. Se encontró con un asentamiento mapuche-huilliche que utilizaba la tierra para sus cultivos. El poblado era denominado Maco, antiguo nombre de la comuna. Lo que sucedió después es más o menos conocido: Valdivia continuó su rumbo por el territorio y fundó una ciudad llamada Santa María la Blanca de Valdivia, prolongando así su ideario expansivo. Pero volvamos a Máfil. Además de los fértiles suelos, lo que llamó la atención a los españoles fue la presencia de minas de oro y carbón. El escenario descrito pasó de voz en voz, lo que produjo que estos colonos comenzaran a asentarse en el lugar desde el siglo XVI.

Pero el tiempo pasa y “lo único constante es el cambio”, como lo señala el pensador y futurólogo Alvin Toffler. La localidad de Máfil continuó su desarrollo no sin estar ajena a lo que ocurría en el país en términos económicos, políticos y culturales. En 1845, bajo el mandato del presidente Manuel Bulnes, se promulgó la Ley de Colonización y Tierras Baldías, lo que trajo consigo migración importante de colonos alemanes desde Europa, quienes llegaron a Valdivia y al sur de Chile. Nuestro país, además de ocupar y poblar el territorio en zonas “extremas” para la época –como lo era Valdivia y sus alrededores-, debió en paralelo estrechar la brecha de conectividad. Fue por eso que emprendió la construcción de la red ferroviaria, que ya había avanzado en el norte gracias al impulso de las empresas mineras.

Los descendientes de los primeros alemanes comenzaron a arraigarse en Máfil. Trajeron desde Europa sus usos y costumbres, además de establecer su sello en los patrones constructivos de sus viviendas. Un botón de muestra es la Casa Fehlandt, valioso inmueble que se ubica en el número 659 de la calle Pedro de Valdivia. La casona fue construida en 1928 por Hans Fehlandt, descendiente de los primeros grupos de colonos alemanes que llegaron al sur a mediados del siglo XIX. Sus características para la época la hacían resaltar, construida de madera, su diseño y construcción son el fiel reflejo de las técnicas e impronta alemana. Posee dos niveles y, en sus inicios, fue utilizada para uso habitacional, aunque siempre prestando funciones prácticas al fundo de la familia Fehlandt. Su ubicación era estratégica, emplazada frente a la estación de trenes.

Esta particular casona con el tiempo cambió su uso de habitacional a comercial, pues allí se instaló una pulpería para los trabajadores del fundo y, al mismo tiempo, un almacén para los habitantes del sector. Más tarde, en la década de los 80, el inmueble fue traspasado al municipio, transformándose en un centro cultural, rol que sigue cumpliendo hasta el día de hoy. El 15 de enero de 2015 este inmueble fue declarado Monumento Nacional, en la categoría de Monumento Histórico. Quien firmó el decreto para que esto ocurriera fue Valentina Quiroga, por entonces subsecretaria de Educación. En la práctica, esta declaración establece que se responsabiliza «al Consejo de Monumentos Nacionales velar por la protección, conservación y tuición de ésta”.

Crédito: Máfil Comuna Fan Page

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Máfil, desde antes de la llegada de los españoles, ya tenía su propia dinámica. El poblado se fue fortaleciendo y nutriendo con la llegada de nuevos habitantes, sobre todo de migrantes. En los primeros años del siglo XX abrazó como polo de desarrollo el ámbito agrícola, donde su principal producto era la leche y sus derivados –hasta los días de hoy-. También se desarrolló con vitalidad el rubro forestal. Desde luego que todo este movimiento dio paso a la vida social y, como es natural, surgieron los establecimientos educacionales. En 1936 se fundó el colegio Santo Cura de Ars, entidad administrada por religiosos católicos. Luego, en 1950, se creó el Liceo Gabriela Mistral. Y para no depender de los bomberos de Valdivia o Mariquina en el caso de cualquier emergencia asociada a incendios, el 5 de julio de 1959 se fundó el Cuerpo de Bomberos. Paradojalmente, y luego de que ya varias instituciones se habían fundado, recién se creó la comuna oficialmente el 17 de julio de 1964, por ley Nro. 15.610. Esto, mientras Jorge Alessandri Rodríguez era primer mandatario.

La creación de la comuna se llevó a cabo en un contexto especial a nivel mundial y nacional. En la década de los 60 ́s el mundo estaba dividido ideológicamente en dos: la Guerra Fría, librada entre Estados Unidos y la Unión Soviética, había llegado a cada rincón del planeta. La aparición de la pastilla anticonceptiva había modificado la visión tradicional que se tenía de la familia. El reverendo Martin Luther King en Estados Unidos luchaba por la igualdad de derechos de los afroamericanos, al mismo tiempo que soñaba con una sociedad más tolerante. En suelo nacional, al comienzo de la década de los 60 ́s, hubo gran presión por llevar a cabo una reforma agraria, la cual se venía madurando desde 1938. Jorge Alessandri, en 1962, promulga la primera Ley de Reforma Agraria, la que posteriormente profundizó el presidente Eduardo Frei Montalva. Cuando se fundó la comuna de Máfil, Jorge Alessandri enfrentaba su último año de administración y lo que marcaba la agenda era hacerse cargo de las desigualdades del país y de la pobreza, que desde luego estaba también presente en la ruralidad. Fue en este contexto de efervescencia y puesta en valor del mundo del agro, donde las miradas iban más allá de los sectores urbanos, en que florece esta comuna, cuya identidad sintonizó de manera fiel con el pulso de los tiempos.

La historia del ferrocarril en Máfil es singular. Hay diversas fechas que establecen de alguna manera su llegada a la comuna. Los primeros indicios nos llevan a 1903, donde la estación poseía un desvío hacia las minas de carbón del territorio (6). Lo que se cree, en virtud de los datos, es que para 1920 ya existía a lo menos la infraestructura base. Todo lo que rodeó la expansión de vías férreas hacia el sur significó un gran adelanto en conectividad para nuestro país, pero también puso a prueba una serie de elementos ligados a administración de recursos por parte del Estado y de ingeniería. La estación de Máfil fue parte del tramo que finalizaba en la estación de Pitrufquén con el ferrocarril Valdivia-Antilhue-Osorno. En rigor, el plano oficial de construcción de este trazado se conoció públicamente en abril de 1899.

Lo cierto es que en octubre de 1923, se autoriza en la estación de Máfil el levantamiento de las oficinas de recepción de carbón. Pese a todo este desarrollo que ya llevaba años, estación y bodegas fueron inauguradas con todo el jolgorio en 1930, incorporando así a Máfil en esta red que ayudó a comunicar a Chile (7).

Gracias a los trenes, las personas se podían desplazar de una comuna o de una región a otra. Hoy ello es habitual, pero para aquella época era un gran avance. También se activó el comercio, ya que los trenes transportaban mercadería y una multiplicidad de artículos. El comercio y la vida social comenzó una nueva expansión en torno a las estaciones y Máfil no fue la excepción. Ya está dicho que la casa Fehlandt, que está ubicada frente a la estación, albergó un almacén y desde luego que era sede de charlas y conversaciones al paso.

La estación fue fundamental para el despegue económico de la comuna, pues a través de ella también se transportaba carbón y se movilizaban los trabajadores. Hay que consignar que la zona tenía minas de carbón que eran manejadas por diversos organismos, como por ejemplo la “Sociedad Carbonífera de Máfil” (8). Así, la estación de Máfil vivió su esplendor y fue testigo de des- pedidas, encuentros, penas y alegrías. Pero también acusó recibo de la modernidad y de las nuevas vías que el Chile de la segunda parte del siglo pasado exhibía poco a poco. Se fueron construyendo carreteras y los viajes por vía terrestre eran en algunos casos más cómodos y rápidos que el tren.

De igual modo, sesenta años después de su corte de cintas, es decir, en 1990, la estación de Máfil fue reconstruida conservando el estilo de arquitectura original. Luego, en 2005, nuevamente fue restaurada.

El 31 de 2017, a través del Decreto N°344, la estación de tren de Máfil fue declarada Monumento Nacional de Chile en la categoría de Monumento Histórico. De esta forma se transformó en el primer monumento nacional ferroviario de la región de Los Ríos.

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Máfil, durante la primera mitad del siglo pasado, tuvo una marcada impronta industrial y asociada al carbón, a lo que se sumaba a todo el desarrollo del agro que tenía a los bosques y a la leche como elementos o productos protagonistas.

Por el año 1923 se instaló en Máfil una planta termoeléctrica a base de carbón, la que era parte de la Sociedad Carbonífera Millahuillín. Esta planta tenía como propósito abastecer de energía a Valdivia, aunque dejó de operar en la década de 1940. A partir de la década del 30 hasta el 60, la comuna fue plasmando este sello industrial, lo que se reflejó en obras civiles. Ya a fines de la década del 40 llegó a Máfil la iluminación eléctrica pública y también algunas fábricas de cerámicas y de producción agrícola, las que derivaron de manera posterior en industrias molineras, lechera y quesera. Esta última faceta industrial de Máfil se ve coronada con la conformación de la Cooperativa Agrícola y Lechera de Valdivia, Coval.

Esta ola industrial, que en el territorio también aterrizó con notoriedad en Valdivia y Corral, se enmarcó en una etapa del país que se caracterizó por generar materias primas para dar respuesta a los nuevos desafíos que la postmodernidad le presentaba al territorio. La creación de Corfo en 1939 refleja este nuevo paradigma. Y precisamente en 1954, Corfo aprueba la iniciación de la obra de la planta de Carbón de Pupunahue, un sector de Máfil que se ubica a orillas del río Calle-Calle. Las obras generaron gran movimiento de personas hacia aquel lugar, tanto para construirla como para trabajar en ella. La planta fue también conocida como “La Mole”, al ser una gran estructura de hormigón. Lamentablemente solo se alcanzó a ejecutar su primera etapa entre 1954 y 1960. Posterior al movimiento telúrico de 1960 se intentó el rescate de esta planta, pero sin éxito, lo que ocasionó su remate. El cambio de contexto de los mercados internacionales de combustibles, el cierre de los Altos Hornos de Corral y las secuelas del terremoto, dieron paso a que Corfo no pudiera seguir sosteniendo a Pupunahue.

En 2017 las ruinas de la carbonífera fueron declaradas Monumento Nacional en la categoría de Monumento Histórico por parte del Consejo de Monumentos Nacionales de Chile.

Pese a este pasado lleno de historia y nostalgia, Pupunahue guarda un hecho que causó conmoción nacional. El siete de junio de 1957, José Misael Roldán Concha fue protagonista de un horrible acto irracional que llenó las páginas rojas de los diarios. El hombre, en total estado de ebriedad, asesinó a sangre fría a una mujer embarazada y a sus cinco hijos. Esto, mientras el marido de la mujer se encontraba haciendo turno de noche en la carbonífera. Una pequeña de once años, sobreviviente, hija de la malograda mujer, se salvó y logró poner en alerta de la situación a Carabineros, quienes detuvieron a Roldán y lo pusieron en manos de la justicia. La presión social y la gravedad de los hechos llevó a que la sentencia de Roldán fuera la pena de muerte. No obstante, el presidente Carlos Ibáñez del Campo revocó la decisión y bajó la pena a cadena perpetua sin beneficios. Este caso es uno de los más horribles de aquellos años y se compara con el protagonizado por el Chacal de Nahueltoro. Roldán falleció en el recinto penitenciario de la Isla Teja de Valdivia.

La casa donde ocurrió el crimen fue demolida y en su lugar se instaló un memorial para recordar a las seis víctimas.

Casa Casa Fehlandt. Crédito: redes sociales

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Juan Enrique Taladriz fue un nombre conocido en Máfil y en la Región de Los Ríos. Nació en 1946 y realizó sus primeros estudios en Máfil, para luego arribar al Instituto Salesiano de Valdivia para cursar su enseñanza media. Su próxima estación fue la Universidad de Chile, donde egresó como ingeniero civil industrial. De retorno en la zona trabajó en Masisa-Laminadora y fue director de la Universidad Austral. Se casó con Hilda Cecilia Eguiluz y tuvo tres hijos. En la década de los 70 ́s y 80 ́s, realizó importantes aportes al básquetbol valdiviano siendo presidente del equipo del Salesiano y uno de los fundadores de Deportes Valdivia. “Apadrinó” a muchos deportistas de proyección, dándoles ayuda de manera anónima. En 1979 fue escogido en la zona como el hombre del año dada su valiosa contribución al desarrollo social, deportivo y económico. Su compromiso también fue con la educación. En 1976 recuperó un terreno que había sido expropiado a comienzos de los años 70 y reinstaló una escuela rural en el sector de Lo Aguila (9). Esta escuela había sido abierta en 1945 en terrenos de Enrique Taladriz Fernández, padre de Juan Enrique. En aquella antigua escuela, Eva García, esposa de Taladriz Fernández, colaboraba con las labores educativas.

En las elecciones parlamentarias de 1989 fue elegido diputado por el distrito N°53, que comprendía Valdivia, Lanco, Mariquina, Corral y Máfil. Taladriz fue militante del partido Renovación Nacional y el periodo legislativo en el cual representó a las comunas de su territorio fue entre 1990 y 1994, reelecto ese año, tuvo continuidad hasta 1998. Fue uno de los parlamentarios que luchó por la nueva región. Juan Enrique Taladriz, por al menos cuarenta años, se destacó aportando a la sociedad en múltiples ámbitos. Falleció el 26 de octubre de 2019, luego de enfrentar una larga enfermedad. Hoy, su hijo Juan Manuel Taladriz Eguiluz ha seguido sus pasos en la política y es consejero regional.

Los Taladriz y los Fehlandt, se suman a cientos de familias que desde sus posibilidades han hecho que Máfil continúe en la senda del progreso y desarrollo. Máfil, la comuna que para muchos habitantes de nuestra región se pierde entre otras comunas más grandes, pero que posee secretos patrimoniales que con el tiempo se han transformado en Monumentos Nacionales. La comuna en los últimos quince años se ha transformado en el destino de muchas personas que la han escogido por su entorno verde y su tranquilidad. Porque eso es lo que irradian sus calles, esa apacible y envidiable tranquilidad que muchos ya la quisieran. Pero sus calles, sus monumentos y lo que es Máfil, se debe a que hubo personas que en el siglo pasado trabajaron de sol a sol por su progreso y desarrollo, ya sea en las minas de carbón, en el campo o en los bosques. Así es Máfil, una comuna con una rica historia y que a todas luces está parada sobre los hombros de mujeres y hombres gigantes.


 

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