Cuando René Ahrens era un joven basquetbolista llamaba de inmediato la atención por su estatura por sobre los dos metros y por su habilidad para el manejo del balón.
Era el inicio de la década de 1970 y en el país no había muchos jugadores que tuvieran esta estatura y muchos menos esas habilidades. Se dice que, por aquellos años, Ahrens era uno de los pocos jugadores que era capaz de clavar el balón de frente y de espalda.
Pero se vivía un momento complicado a nivel país, las circunstancias políticas se mezclaron de pronto con la vida deportiva de este valdiviano y su familia decidió dejar atrás la ciudad, el país y la tierra que los había cobijado.
En el futuro aparecía Australia. Un país tan grande como desconocido para el joven Ahrens, pero que lo marcaría para siempre.
Allá la vida le cambió, sufrió un grave accidente que lo dejó en silla de ruedas, pero no amilanó su amor por el deporte. Tanto que llegó a ser seleccionado australiano y participar en Juegos Paraolímpicos logrando medallas.
Hizo su familia lejos de Chile y pasaron décadas antes de que regresara –por unos días- a su país.
Diario de Valdivia contactó a René Ahrens, quien actualmente vive en la ciudad de Gatton, el centro horticultural de Australia.
La comunicación a través de celular fue posible tras gestiones del recordado entrenador Héctor Hidalgo, actualmente avecindado en Temuco y quien fue formador de generaciones de jugadores. También gracias a la cercanía del exjugador Eric Doucerain y del periodista Juan Yilorm.
René Ahrens se desarrolló como deportista comenzando en el atletismo. En 1966, después de ver los partidos del Mundial de Básquetbol, sede Valdivia y el Campeonato Juvenil comenzó a encantarse con el básquetbol.
Por esos años contactó al técnico Arcadio Leal, quien entrenaba el Deportivo Liceo. Allí sorprendió por sus condiciones físicas para el deporte de los cestos. Tenía 19 años y Ahrens medía 1.96 metro. Unas aptitudes por sobre la media de la época.
Arcadio Leal y Héctor Hidalgo fueron sus guías que lo encaminaron rápidamente a la selección de Valdivia. No podía faltar el dirigente Antonio Azurmendi, quien daba luces de su gestión apoyando a los nuevos valores del deporte que dejarían muy en alto el nombre de la ciudad en todos los torneos donde participarían.
Esas actuaciones le valieron de inmediato el llamado a la selección chilena para el Sudamericano de Montevideo, Uruguay.
“A los jugadores de la selección los consideré amigos y mentores. Los respeté enormemente. Carlos Dienemann, compañero de curso y Osvaldo Neira, compañero de equipo de la Universidad Austral eran importantes e influyeron en mi desarrollo basquetbolista”, señala Ahrens.
Domiciliado en calle García Reyes recuerda sus recorridos por la ciudad, la Plaza de la República, Isla Teja, el coliseo y las zonas rurales donde se encantaba con la naturaleza de Máfil y el paraíso de Calafquén.
“Valdivia, la ciudad, los ríos y la interminable naturaleza hacia la costa y la cordillera son bellezas únicas y las recordaré para siempre”, dice con nostalgia.
Chile en 1971 era un país distinto al de hoy. Diversas circunstancias llevaron a la familia de René a emigrar en busca de mejores condiciones. Aquel fue un proceso difícil para el joven que tenía toda su vida en Valdivia.
En junio de 1971 ya estaban en Australia, al otro lado del mundo.
“Los hijos estábamos desconsolados, habíamos abandonado a nuestros amigos, estudios y sobre todo, el básquetbol. Para mí, la vida de estilo urbano y rural en Valdivia fue perfección. En Australia nuestra prioridad era establecernos y trabajar”, relata.
Llegó el año 1975 y para este valdiviano el destino le tenía preparado una incidencia que cambiaría su vida para siempre…
“En 1975 fui atropellado por una retroexcavadora sufriendo múltiples lesiones, entre ellas parálisis parcial de mis órganos abdominales y mis piernas. Mi recuperación y terapia fue larga y dolorosa”, comenta sobre ese momento.
En silla de ruedas, enfrentando una nueva vida sacando fuerzas desde el fondo de su alma para enfrentar la depresión, Ahrens encontró una vez más un refugio en el deporte.
Cuando pudo levantarse de la cama, tomó su silla de ruedas y tomó un balón de básquetbol para driblear en los mismos pasillos del hospital.
Ante la sorpresa de médicos y enfermeras, aquel paciente de dos metros de altura evolucionó rápidamente, tanto, que lo dejaron practicar en una cancha cercana al centro asistencial.
Dada su capacidad física excepcional, el valdiviano fue pronto dado de alta. Tenía en su mente dos cosas fijas: recuperarse lo más pronto posible y practicar su amado básquetbol. Y si tenía que hacerlo en silla de ruedas; pues bien, esto no sería inconveniente.
“A seis meses de mi accidente yo era miembro y pívot del equipo de básquetbol de Queensland. Durante el campeonato Nacional, autoridades de la federación australiana atentaron de incluirme en el equipo para los juegos Paralímpicos en Montreal, Canadá, pero no hubo tiempo para procesar mi afiliación internacional”, recuerda.
¿Qué hizo entonces?
-“Seguí entrenando. Mi mentor, un campeón mundial en atletismo, me construyó un par de sillas de ruedas y me entrenó en atletismo, lanzamiento de la bala, jabalina y disco. En 1977, establecí récord nacionales y asiáticos, mejorando esas marcas en cada campeonato hasta mi jubilación del deporte en 1988. Esos récords están vigentes hasta el día de hoy”.
¿Y en básquetbol?
-En básquetbol fui campeón en 1982 siendo elegido el jugador más valioso.
El deporte paralímpico se convirtió en un refugio para Ahrens. Fue campeón en atletismo en los juegos Pacífico-Asiáticos de Sydney, 1977. Obtuvo medalla de plata en lanzamiento de la bala y el disco; además de bronce en básquetbol en el Campeonato Mundial en Aylesbury, Inglaterra.
Incluso se dio el lujo de conocer al entonces príncipe Carlos, actual monarca inglés.
“En 1980, a raíz de los polémicos juegos Olímpicos en Moscú, Unión Soviética, los juegos Paralímpicos se realizaron en Arnhem, Holanda. Tuve el honor de ser capitán del equipo australiano. Allí logré una medalla de bronce en disco y una medalla de plata en el lanzamiento del disco, en 1981, Juegos mundiales en Roma, Italia”, cuenta.
“En 1988 participé en los juegos Paralímpicos en Seúl, Corea. Logré una medalla de bronce en el lanzamiento del disco y cuarto lugar en el lanzamiento de la bala. También el honor de ser capitán del contingente de sillas de ruedas. A esta altura una antigua lesión al hombro no tenía remedio... y me jubilé del deporte, pero en 1995, fui el primer jugador de ser incluido en el "hall of fame" de básquetbol en silla de ruedas de Australia”, señala.
En el ámbito personal, este valdiviano se casó con una australiana, una atleta en silla de ruedas llamada Beryl, quien fue su apoyo constante en aquel país. Tuvo dos hijos: Shannan y Jesse. Encontró un trabajo en una empresa que apoya personas con discapacidad intelectual y se dedicó a esa labor por 20 años.
Lamentablemente Beryl falleció a fines de la década del 90. “¡Mi mundo se derrumbó! Beryl se había ido. El deporte facilitó el control de mi depresión”, dice Ahrens.
“Con el aporte de mi empresa de empleo diseñe un programa de atletismo que acomodó las diferentes habilidades físicas de los clientes. Conducimos campeonatos anuales con dos mil participantes cada vez. Durante los años escolares de mis hijos fui presidente de un club de atletismo junior, afiliado a la federación australiana. También fundé la primera asociación de "Drag Racing Junior", afiliada a la asociación adulta de Australia”, relata.
El valdiviano René Ahrens jubiló en 2012.
¿Qué mensaje enviaría a los deportistas que están en sillas de ruedas?
-“Una discapacidad, sea física o intelectual, no debiera necesariamente conducir a una vida de cuidados paliativos. En cualquier ámbito de la vida, una persona debe tener ambiciones sociales, profesionales y referente al tema... deportivas”.
“Los deportistas paralímpicos compiten contra iguales dentro del marco sus respectivas clasificaciones. Para ellos el deporte abrirá nuevos horizontes de satisfacción y sociales. La satisfacción para competir se crea "abriendo pasos a empujones" para derribar las barreras de dolor, la debilidad física y/o intelectual y la frustración… poco a poco superando las barreras para un logro/éxito”.
-¿Qué espera de los Juegos Parapanamericanos que se realizarán en Chile próximamente?
-“Muchos adagios señalan que hay solo un ganador o tres medallistas. Lo importante no es el triunfo, pero participar y la visión de aspirar a mejorar metas personales es valioso. Espero que los Juegos Parapanamericanos sirvan a todos los participantes a superar las barreras mencionadas anteriormente.
René Ahrens está a miles de kilómetros de su Valdivia querido. La distancia y el Océano Pacífico no han impedido en todos estos años que olvide sus raíces.
Por eso cuando tuvo la oportunidad volvió a Chile y a esta ciudad a recordar aquellos parajes donde fue feliz y creció junto al básquetbol.
“Después de una ausencia de 46 años regresé a visitar Valdivia. Era como un sueño que se realizó. ¡Fue abrumador! Logré juntarme con algunos amigos recordando aventuras de antaño”, recuerda.
“En mi soledad, mi mayor sentido de satisfacción y felicidad fue caminando, lentamente con el fin de encontrar esos íconos de antaño a lo largo de calles Picarte, General Lagos, la Costanera, nuestra plaza, los puentes y ríos, Isla Teja. También visité esos paraísos rurales en Calafquén y Máfil donde fui de vacaciones siendo niño”, cuenta con emoción.
¿Qué satisfacción le dejaron esos momentos?
-“Esas visitas fueron mis más felices momentos de mi vida adulta… Lamentablemente, fueron demasiados breves”.
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