Por Roberto Cadagán
Cuando se camina por las solitarias calles de Antilhue pareciera que aún resuenan los balazos de un día trágico.
Como si el paso de los días no ocultara aquellos impactos que costaron una vida y que, de paso, se llevaron la tranquilidad de este lugar.
Distante 33 kilómetros de Valdivia, y cual locación de una novela antigua, Antilhue vivía en el sosiego y el silencio junto a la línea del tren que se fue y que parece que nunca más volverá.
Los balazos de ese día fatal acabaron con la paz que decían disfrutar los vecinos más antiguos y trajeron el miedo a la violencia, a las peleas entre bandas ligadas al narcotráfico, a la muerte.
Antilhue está golpeado, casi como un boxeador que recibió un certero gancho en pleno rostro y que trata de recuperar el aliento para entender qué sucedió.
Aquel 25 de septiembre, en medio de una trifulca de grupos rivales asociados a la venta ilícita de drogas, Patrick Esparza (30) recibió un impacto de bala en su cabeza que posteriormente le costaría la vida cuando era atendido en el hospital de Valdivia.
Los esfuerzos médicos fueron en vano.
En Antilhue todos dicen saber qué sucedió ese domingo. Nadie quedó indiferente a la pelea y balacera protagonizada por antisociales en los sectores cercanos a la vieja estación, aquel edificio que se mantiene estoico ante el paso del tiempo y el recuerdo de un pasado que fue mejor. Un pasado donde no había este tipo de violencia.
"Nunca había pasado una cosa así en Antilhue...", "esto no se había visto nunca aquí...", "las cosas ya no son como antes...", se comenta entre los vecinos del lugar.
Hay versiones que circulan entre quienes presenciaron lo ocurrido. Hay otros que han escuchado lo que aconteció y otros, que se enteraron después de lo sucedido y que también interpretan los hechos.
Pero tienen miedo. Dicen que los que están involucrados en estos actos son gente "mala". Unos son llegados de fuera y otros hace tiempo que se dedican al negocio de las drogas. "Son peligrosos y pueden tomar represalias", “se agarraron entre los Wachiturros y los …”, “podemos hablar, pero no pongas mi nombre…”
Antilhue es un pueblo pequeño, con unas cuantas calles que lo atraviesan. Una vía principal que es la conexión que viene desde Valdivia y conduce hacia la ciudad de Los Lagos, y un par de calles más que dan lugar a los barrios.
En el área urbana hay un colegio con internado, un Cesfam, un centro de adulto mayor, un jardín infantil y una sede de la junta de vecinos.
El punto neurálgico es la antigua estación de trenes que permanece cerrada. A un costado un galpón negro donde cada verano –por lo menos antes de la pandemia de covid-19- se realizaba una de las muestras costumbristas de esta localidad.
Luego está la línea del tren y al otro lado una serie de casas de material ligero, la sede del Deportivo Independiente y una cancha de fútbol.
Hay vecinos que crían ovejas, otros gallinas y otros que mantienen antiguas quintas de árboles frutales.
Hay pocos locales comerciales que sobreviven en el pueblo, un retén de Carabineros, una casa donde se arrienda una habitación y otra donde se vende mermelada casera. Hay dos plazas, una con juegos infantiles y poco más.
Antilhue fue gestado durante las primeras décadas del siglo XX, a partir de una gran carga cultural producto de la presencia del ferrocarril, lo que generó un modo de vida particular con base en huertas y sistemas de patios.
La mayoría de sus 934 habitantes, según el Censo de 2002, prefiere hacer sus trámites en Valdivia, hacia donde viaja regularmente un servicio de minibuses pasando por localidades como Chincuín, Pishuinco y Huellelhue.
Antilhue significa en mapudungun, lugar soleado.
Al llegar al pueblo una enorme pancarta indica “¡¡Justicia para Pato!! Vuela alto”, más allá otro cartel dice “Antilhue pide justicia por Patricio, queremos vivir en paz. No te olvidaremos”.
En muchas casas del lugar hay carteles que exigen “Justicia para Patito” acompañados de una foto de Patrick.
Es así como el pueblo se manifiesta.
Con los testimonios de entrevistados en el lugar se puede reconstruir lo que habría sucedido ese domingo 25 de septiembre.
"Los problemas y peleas comenzaron temprano ese día ahí cerca de la estación. Andaban hace rato unos gallos peleando. Avisamos a Carabineros como a las 10 de la mañana porque sabíamos que podría pasar algo... No llegaron", cuenta un vecino del lugar que vio los hechos.
"El Patrick andaba con otra persona buscando digüeñes en otro campo. Alguien lo llamó y se fue para el sector donde estaba la pelea. Uno de los bandos habría pedido ayuda a otros sujetos que pasadas las 13.30 horas llegaron a bordo de un auto Chevrolet Spark azul".
Según este testigo esos individuos fueron los que llegaron atacando a punta de balas al lugar donde habían ocurrido las rencillas desde temprano.
Desde uno lado disparaban balas y desde el bando rival fueron disparados cartuchos de escopeta.
Esparza llegó al sitio en bicicleta. Estaba cerca de los incidentes cuando una bala impactó en su cabeza y desató la tragedia.
Eran las 14.15 horas aproximadamente.
Testigos señalan a Grupo DiarioSur que los llamados a Carabineros fueron infructuosos. Al menos 45 minutos estuvo Patrick -también conocido como Patito por su más cercanos- en el suelo rodeado de personas que no sabían qué hacer para ayudarle.
"Yo lo vi en ese lugar. Gritábamos porque alguien llamara a una ambulancia, pero todo fue muy lento", dice este testigo.
La desesperación crecía y asimismo la impotencia.
Finalmente, una ambulancia trasladó a Patrick a Los Lagos y debido a la gravedad de sus heridas, tuvo que ser derivado al Hospital Base Valdivia.
Tres días después se confirmaba el deceso de Patrick Esparza. Tenía 30 años, una pareja y un pequeño niño.
Carlos Alosilla, presidente de la Junta de Vecinos de Antilhue, afirma que “esta es una localidad muy tranquila, muy familiar, muy rural, y este problema sacudió a la comunidad”.
Asimismo, el dirigente vecinal señala que “esto venía avisándose hace tiempo respecto a estas problemáticas existentes en el barrio Estación”.
“Hace mucho tiempo vemos que hay gente externa, población flotante, de otros lados, que traen estas problemáticas”, dijo Alosilla, añadiendo que “las cosas no hay que esconderlas, hay que decirlas como son”.
Y es directo al decir que la comunidad de Antilhue está afectada por “un tema muy fuerte de mucho tiempo que tiene que ver con la droga. Ese es un tema que nosotros no queremos que se radique porque hay gente joven, muchos niños que los padres están todos preocupados", enfatiza.
Una fuente de Grupo DiarioSur y cercana a la familia comenta que este hecho fue un mazazo que golpeó muy duro a todos los integrantes.
De un momento a otro, uno de los cuatro hermanos fallecía de una manera tan inesperada como inexplicable.
"No queremos hablar mucho del tema porque hay una investigación en curso. Esperamos que Carabineros y la PDI hagan su trabajo y encuentren a los culpables de la muerte de Patrick”, señala.
Para la familia no hay consuelo. En una actitud entendible, aguardan que hable la justicia, pero también quieren evitar las preguntas constantes sobre lo sucedido. El dolor es permanente.
"Estamos esperando. La gente lo quería mucho. Dónde no estuvo. Todas las familias lo conocían (a Patrick) desde chico", agrega la fuente.
Norma venía de camino a su trabajo en un pequeño local comercial cuando la llamaron por teléfono y le dijeron que había ocurrido una balacera cerca de la estación de trenes.
"Me dijeron que habían baleado al Pato. La gente corría de un lugar para otro. Escuché los balazos, pero pensé que eran fuegos artificiales. No algo como lo que pasó”, relata.
“El Patrick era muy querido aquí. Siempre estaba dispuesto a ayudar. Era muy colaborador. Es una lástima lo que sucedió", dice Norma. "O sea, siempre se dice cuando una persona fallece que era muy bueno, pero en este caso es realmente así. Patrick también en más de una vez trabajó con mi papá. Él lo quería mucho".
Videos captados del momento muestran la angustia vivida en esos instantes por quienes estaban en el lugar.
"Yo también vi el video y ahí se ve cómo llegan unos tipos en un auto y empiezan a disparar", narra Norma.
Ese auto azul es un protagonista que se repite en los testimonios.
Unos dicen que venía de Valdivia con sujetos de una población estigmatizada por la droga en el barrio de Las Ánimas de la capital regional.
Hasta ahora nadie sabe dónde está ese auto.
"Aquí hay mucha molestia porque se había avisado que una pelea se podría poner peor, pero ya ve lo que pasó. Nadie hizo nada hasta que mataron a una persona", reclama Norma.
Patrick Esparza es recordado en Antilhue como un buen jugador de fútbol. Se destacaba como defensa central con las camisetas del Deportivo Independiente y del Deportivo Ferroviarios.
El presidente de este último, Juan Smoje lo recuerda con cariño. “Todos le decíamos Pato. Era una muy buena persona, servicial, deportista, respetuoso. Lo conocí desde niño. Nunca tuvo una mala palabra conmigo. Todo fue repentino porque le tocó un balazo a alguien que no tenía arte ni parte”.
Por eso caló hondo su pérdida. Por el cariño que le tenía la gente.
“Mira, yo soy de este lugar, pero nunca, nunca había visto que tanta gente saliera a recibir a una carroza que traía el cuerpo de alguien. El pueblo se volcó a las calles. Lo mismo cuando fue el funeral. En un momento me giré y vi una cantidad enorme de gente que venía al cementerio. No autos, personas”.
“Yo creo que ese día se despobló Antilhue en ese funeral”, relata.
- ¿“Don Juan cree que va a haber justicia en este caso?
“Lo que se espera es que las policías hagan bien su trabajo, porque si no, no habrá justicia. Se han hecho marchas y manifestaciones, pero no queremos que todo esto se quede aquí y se vuelva a lo mismo. ¿Tú crees que alguien va a opinar, que alguien va a atestiguar contra quienes están involucrados en este tema? Es muy difícil”.
La investigación de esta muerte en Antilhue quedó a cargo de la Brigada de Homicidios de la PDI de Valdivia. La Fiscalía realiza diligencias para dar con él o los autores de este hecho que está próximo a cumplir un mes.
Antilhue quiere justicia por uno de los suyos. Este caso impactó tanto que la comunidad se unió como en pocas ocasiones. Se espera que pronto se hagan nuevas manifestaciones y velatones para recalcar que este caso no debe quedar en impune.
Patrick se fue, pero su pueblo no lo olvida.
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